Publicado en el Diario de Yucatan
MÉRIDA - Opinión. 21/12/2007
La alegría viene de ser
Pastores a Belén
Por Margarita Robleda Moguel
“Los pastores a Belén, corren presurosos, llevan de tanto correr, los zapatos rotos... Ay, ay, ay qué alegres van...”.¡Y vaya que corremos! Es verdad, en estos días la gente corre y corre desde la mañana hasta la noche. A comprar, a envolver lo comprado, a esconderlo; a reenvolver el regalo que te dieron porque no sabes qué hacer con él. Al cajero para seguir comprando, a conocer las nuevas tiendas, a...¡El día, como el aguinaldo, no alcanzan para nada! Al salón de belleza, ¿cómo que ya no tienes turnos? A los desayunos, comidas y cenas; a los “aunque sea un cafecito...”. ¡Compadre, no puedo cerrar el año sin darte un abrazo! Corren y corren y corren.Las glorietas son cuellos de botella, los semáforos eternos, los estacionamientos insuficientes, la paciencia escasa. ¡Uf! Me libre de ser atropellada. ¿Lo puedes creer?, ¡me echó el coche encima! ¡Casi me pega para arrebatarme el espacio para estacionar su nave! A cocinar y cocinar comidas que ni me gustan tanto, pero hombre... ¡Es la tradición! ¿Cómo que no vas a brindar conmigo? ¡Una y ya! ¡Es Navidad! No hemos llegado a los meros días y ya me siento absolutamente empachada... ¡Auxilio! ¿Dónde quedó Belén? ¿Dónde la alegría? Cambiamos nuestra herencia por un plato de lentejas; “jojojos” y “jingles bells” por preparar el corazón para darle posada al Niño.La alegría no es una bebida energizante, tan de moda hoy día. No se vende por kilos ni con nombres extranjeros, no tiene marca ni se oferta, por más que lo pregonen los grandes almacenes, con créditos a 18 y 24 meses.No tiene que ver ni con la cantidad ni con el tamaño, no lleva etiqueta, no pasa de moda ni necesita contratar luces de neón ni merolicos que la promuevan.“Los pastores a Belén, corren presurosos...”. Si de correr se trata, corramos a donde se encuentra la fuente de alegría. Esa que nace desde el fondo del corazón. Que se multiplica cuando se comparte; que satisface y nos invita a renacer. Curiosamente la Navidad, como nacimiento del Niño Jesús, se ha transformado en la fiesta de santo clos y la irrealidad; de las prisas, la insatisfacción y el estrés, en lugar de Navidad como nacimiento del hombre nuevo, de la mujer nueva, de aquellos que buscan el amor, la justicia y alcanzan, como consecuencia, la paz.De aquellos que se conduelen con el que sufre y levantan la voz para denunciar la injusticia, cercana o, llegado el caso, incluso contra la corte suprema, si es que se vende a algún gobernante que se sienta precioso.La alegría viene de la conciencia de ser, de estar y luchar por continuar en camino. Es preferible llevar los zapatos rotos, de tanto correr rumbo a Belén, que las alas tronchadas por las prisas a ninguna parte y el alma hastiada de vacío, de tristeza.Qué el Niño Jesús nos llene con su amor y renueve nuestra esperanza. Ahí, en el silencio, en la soledad; en la compañía de los que amamos, lejos del ruido y el oropel: en lo auténtico, acurrucados junto al pesebre, seamos agradecidos y retomemos nuestros sueños de llegar a ser mejores personas. Entonces sí, ¡Feliz Navidad!—
Santa Gertrudis Copó, Yucatán.
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