lunes, 27 de octubre de 2008

Queridos maestros y maestras




MÉRIDA - Opinión. 27/10/2008

Queridos maestros y maestras
En el mismo barco
Por Margarita Robleda Moguel
Hace algún tiempo me llegó, vía correo, el ofrecimiento de títulos de licenciaturas, maestrías o doctorados de mi universidad favorita, la que fuere, con el promedio ideal a mis aspiraciones. Lo único, hacía hincapié en un asomo de ¿ética?, que no estaba a la venta era el título de médico; era contra sus “principios” poner en riesgo la vida humana.Hoy me pregunto: ¿Qué es más riesgoso: un médico que “entierra” sus errores o un maestro, una maestra que los expulsa al mundo con cuentas por cobrar? ¿Por qué de pronto recuerdo al “Mocha Orejas”? Podría sonar a broma, pero no lo es.Al destaparse el caño sale la porquería, pero también brota la luz: descubrimos las razones por las que estábamos atorados.Me reconozco incapaz de entender las intenciones del que propuso ¿impuso? semejante “conquista” ¿magisterial?: vender tu plaza... ¿a quién? No importa. ¿Tiene vocación? Es lo de menos. Ya sea que se venda a... ¿un carpintero? que ahora, en lugar de hacer cantar a la madera, le... ¿cobrará a sus alumnos la frustración de no entender qué diablos hace ahí? O heredarla a un pariente a quien le hubiera gustado jugar fut, pero “no hay que desaprovechar la oportunidad de la jubilación del gobierno”; sin darse cuenta de que llega a la jubilación anticipada, real y verdadera, al perder sus sueños, sus posibilidades, su capacidad.Quizás hemos visto demasiado cine, pero siempre entendimos que había un “bajo mundo” con sus propias leyes y códigos de “honor”. Ahora, cuando vemos cómo matan a civiles, al “me late”, al “porque se me pega...”, cuando vemos la manera tan rupestre con la que responden algunos policías, como en el antro Divine en el D.F., me doy cuenta de que hace mucho que sacaron el civismo de las aulas; que palabras como honor, respeto, discreción, magnanimidad, solidaridad... si no son practicadas en sus casas, son absolutamente desconocidas para las nuevas generaciones.Y es que ¿desde hace cuánto se heredan, se venden, se trafican las plazas? ¿Cuántas generaciones llevamos en este fraude? ¿En manos de quiénes han estado y están nuestros chiquitos? ¿Formándose? Luego salen al mundo laboral con el papelito y petulancias de licenciado, para descubrir su incapacidad para hablar, para redactar una propuesta de trabajo. A final de cuentas, ¿quién ganó? Entiendo que esta negación a aceptar la reforma educativa es simplemente el terror a perder lo invertido al comprar la plaza; pánico a tomar el examen y que ¿descubran? la verdad. Si no es así, les ruego que me expliquen, de una manera lógica, inteligente, el abandono de la causa de su vocación: la formación de nuestros niños y niñas.Pero ¿saben? Inmersos en lo inmediato, perdemos de vista lo importante. Se nos olvida que estamos en el mismo barco: México; que nos conviene a todos, a todas, cimentar una educación de calidad. La India lo hizo y está saliendo adelante; Irlanda, uno de los países más pobres de Europa, lo está haciendo. Ambos tienen índices de crecimiento muy superiores al nuestro. Este camino de simulación que estamos viviendo tiene un solo destino, y éste, hay que tener claridad, va en contra nuestra.Queridos maestros, maestras, contamos con ustedes para rescatar a México. Si se trata de conveniencias, les conviene a ustedes, nos conviene a nosotros: todos saldremos ganando. Gracias a ustedes y a su labor, seremos más críticos, más analíticos, más conscientes y comprometidos con nuestra comunidad, con el medio ambiente, con nosotros mismos. Basta ya de ponernos “hasta atrás” para gritar: ¡Viva México!, pongámonos “hasta el frente” y comprometámonos con él.— Mérida Yucatán.margarita_robleda@yahoo.com