La invitación para regresar a Guaquil Ecuador, me llegó del CendiEcuador y su directora Mariuxi. El año pasado me quedé con ganas de ir a las islas Galapagos, decidí que no iba a dejar pasar la oportunidad. Me asomé en varias ocasiones a la web para descubrir la manera de ir. La única oferta que encontraba era volar y embarcarme por la cantidad de días que quisiera. Mi deseo era otro. Si bien quería conocer los lugares frecuentados por los turistas, deseaba tambien, acercarme a los habitantes de las islas. Así que al inicio del Congreso Internacional de Educación, pregunté si estaba alguna maestra de las islas y conocí a Mónica Angulo. Le dije que me gustaría poder ir a contar cuentos a una escuela, ella me respondió: "Qué lindo, todos vienen a ver los animalitos, nosotros somos invisibles". Si bien mi paseo era a la isla Sta Cruz, Mónica organizó a la comunidad de San Cristobal para ofrecerme el trueque: avioneta, hotel, comidas y paseos, a cambio de un taller para padres y maestros y una cantada en en colegio en el que ella es maestra. ¡Hasta a los policias les tocó sus cosquillas al corazón!
Cuando respondía a la pregunta de: ¿vas a ir sola a las islas Galapagos? mi respuesta arrancaba sonrisas: "¡No voy sola! Voy a ir conmigo misma y con unos amigos y amigas a los que conoceré ahí". Las espectativas fueron superadas. No sólo conocí a unos amigos y amigas ahi, como Mónica, Katti, Rebeca, Lenin... descubrí a unos seres humanos maravillosos que cuidan su isla con amor y ternura, con inmenso respeto a la naturaleza, con mucha alegría.
En todo se gana y se pierde: perdí el miedo a ir conmigo misma a recorrer el mundo y gané nuevos amigos, familia en las islas Galapagos, que quizas porque descubrí que compartimos uso horario, Galápagos y natal Yucatán, porque sí o porque no... ¡me sentí en casa!
Cuando respondía a la pregunta de: ¿vas a ir sola a las islas Galapagos? mi respuesta arrancaba sonrisas: "¡No voy sola! Voy a ir conmigo misma y con unos amigos y amigas a los que conoceré ahí". Las espectativas fueron superadas. No sólo conocí a unos amigos y amigas ahi, como Mónica, Katti, Rebeca, Lenin... descubrí a unos seres humanos maravillosos que cuidan su isla con amor y ternura, con inmenso respeto a la naturaleza, con mucha alegría.
En todo se gana y se pierde: perdí el miedo a ir conmigo misma a recorrer el mundo y gané nuevos amigos, familia en las islas Galapagos, que quizas porque descubrí que compartimos uso horario, Galápagos y natal Yucatán, porque sí o porque no... ¡me sentí en casa!