miércoles, 2 de febrero de 2011

Hay Festival Cartagena de Indias, Colombia

Invitada por la editorial Panamericana de Colombia, llena de curiosidad y gozo, llegué a la ciudad de Cartagena de Indias para participar en el Hay Festival. Con anterioridad me pidieron una foto por lo que fui a la ciudad de Campeche en la península de Yucatan, para tomarme una frente al fuerte San Miguel para que vieran, los que pronto serían mis amigos, que compartíamos las mismas raíces piratas que surcaban el Caribe y nos comunicaban, además del comercio,la música del bambuco, el disfrute y la cultura.

Una de las presentaciones fue en la Casa de la cultura Bolivar que se encuentra en lo que ellos llaman "el Corralito", o sea el conjunto amurallado; a esa presentación fueron, ademas de los niños, personas interesadas en el tema o con la curiosidad que promovieron una gran cantidad de entrevistas que me hicieron en Bogotá, promovidas por la editorial a través de los periódicos y la televisión. Otras dos presentaciones fueron en los barrios, lejos del oropel turístico: en la realidad en la que viven la mayoría de nuestras ciudades de America Latina. Ahí, compartí la risa, canté y conté cuentos para los niños y las niñas de las Casas de la Cultura de Juan de Dios Amador en el barrio Bostón y en las Palmeras. La verdad, es que la realidad nos atropella. Vivimos tiempos extraños dónde nadie se salva, pero por un ratito, por un instante perdido en el tiempo, estos niños y yo, nos compartimos la risa y el gozo, juntos nos zurcimos la esperanza unos a otros. Mi objetivo: decirles que el menú es un poquito más amplio. El de ellos y ellas vivir un ratito la infancia.
¡Maravilla marabey! Disfruté muchisimo el viaje y cómo pilón, compañeros de viaje de lujo: Conrado Zuloaga, especialista en García Márquez me compartió el banquete de la magia de Cartagena a través de las historias del Gabo y Michi Pelaez, ilustradora, despertó mi deseo de conocer Cali y el inmenso y desconocido campo colombiano.
Gracias Panamericana, gracias Hay Festival, gracias a quien tenga que dárselas. Gracias a Dios, gracias a la Vida... ¡Gracias, gracias!




TODOS LOS NIÑOS SON NUESTROS

Margarita Robleda

Todos los niños

son nuestros:

los de chocolate,

los de vainilla,

los de guanábana

y los de limón.

Todas sus preguntas

son nuestras:

las de la tierra,

las del cielo,

y las del fondo

de su corazón.

Todos sus miedos

son nuestros:

sobre el mañana,

sobre lo oscuro,

sobre la muerte,

la soledad y el dolor.

Todas sus risas

son nuestras:

las de su inteligencia,

las de su sorpresa,

las del gozo de saberse

vivos, vivas, hoy.

Todos los niños

y las niñas

son nuestros;

todos, sin excepción.