ACIERTOS,
DESCONCIERTOS Y DESACIERTOS
DE LA LITERATURA PARA NIÑOS Y JOVENES
DE DULCE, DE SAL Y
DE MANTECA
La Habana,
Cuba Octubre
2007
Margarita Robleda
Moguel
Había una vez,
había una y mil veces… mil y una vez; habían tantas y unas veces, desde el
comienzo de los tiempos, en los que, los y las Sherezadas del mundo, han
sorprendido, arrullado, liberado, impulsado, fortalecido, iluminado,
entusiasmado y cautivado a los habitantes de este planeta, con las historias
que ellos mismos se inventaron para explicarse el mundo; para enfrentar los
miedos, para educar, abrir ventanas y llenar de luz y de sorpresas las grises
rutinas diarias que nos roban la risa y el aliento de vida.
El titulo de la
mesa, “Aciertos, desconciertos y desaciertos…” me recuerda una ponencia que
presente hace algunos años en un encuentro de escritores en San José de Costa
Rica: “El amor, el humor y el horror en los cuentos para niños” donde apuntaba:
El amor, el humor y el horror, es el barco que me lanza a navegar por
estos mares inciertos. El amor al
trabajo para niños y niñas es la base, el sentido; el inició y el fin; el motor
y el vehículo: la razón. El humor, porque sin él, la vida sería triste, y la
tristeza tiene que ver con la muerte, el aburrimiento, la desidia; la
solemnidad hueca, estéril. Con el humor puedo tocar todos los temas y la risa
franca y abierta permite que me cuele por los distintos laberintos sin colador
que razone si puedo o no, si debo o quizás... no debería. Y por último, el
horror es el acicate que me hace trabajar. Me da horror pensar en el tipo de
niños y niñas que están creciendo alimentados por tanta frivolidad y violencia;
donde lo que importa es la abundancia en la cuenta bancaria y lo más valioso
tener que ser; dónde pareciera que los seres humanos son capaces de aceptar la indignidad
con tal de alcanzar sus cinco minutos de reflectores.
Me da horror pensar en un mundo engullido por la NADA
que, ese maravilloso profeta al que recordaremos hoy y siempre, Michael Ende,
visualizo tan bien. Basta ver la pobreza y vulgaridad de la televisión, en
muchos casos, único vehículo informativo, ¿deformativo? educativo: tantísimos
canales en cable y nada que ver. Horror, que las fabricas se traguen
nuestros bosques y nos den a cambio flores de un día en forma de libros donde
nos venden, impunemente, como ser, en cinco minutos, flacos, felices y ricos.
Horror que nuestras aguas se llenen de basura gracias a nuestra ansiedad consumidora
y que las fronteras que debimos haber derribado, por la relación entre los
hermanos, desaparezcan ahora en favor de franquicias internacionales, diluyendo
las diferencias que nos enriquecen, unificándonos a su semejanza y beneficio.
Así pues, en esta ocasión, decidí tejer un poco de
todo, como en botica, y presentarles unas de dulce: que son las que nos
encantan y animan, otras de sal que nunca falta, y un poco de manteca para que
resbalen todas mejor. Y así, a pesar de las de sal, a pesar de las chile,
incluso con o la ausencia de las de dulce, continuemos en esta locura de
contagiar a todos los que nos rodean, y a también a los que no, con el placer
transformador de la palabra.
¿Qué sería de
nosotros, de nosotras sin un Julio Verne, un Emilio Salgari, Mark Twain,
Perrault, Andersen, Hermanos Green, ¡Sin la edad de oro de José Martí!? Entre
otros.
Para mí, Luisa May
Alcott fue trascendental. El personaje de Jo, de su novela Mujercitas, me
permitió vislumbrar caminos muy diferentes a los que la costumbre social me
imponía. Me dio permiso a ser distinta, a buscar e inventar mi senda, a luchar
por ser yo misma.
Los niños nos
apropiamos de todos aquellos cuentos que los Hermanos Green y Perrault
pepenaron en la memoria colectiva. Historias que surgieron en esos inviernos
eternos de Europa alrededor del fuego, donde las historias de lobos que se
alimentaban de niñas con caperuzas, de príncipes que enfrentaban toda clase de
monstruos y dragones para alcanzar sus metas, de princesas, cuya belleza, permitía
a las aldeanas, sobrevivir la dura realidad; hadas madrinas que los llenaban de
esperanza; su vida diaria les decía que por más que hicieran nada podía
cambiar, quizás con un poco de suerte y una ayudadita mágica… alcanzarían el
triunfo de sus heroínas y héroes.
En los últimos años
la civilización se fue haciendo mayor y en cada país surgimos ¡los atrevidos!,
que sin importar que aun hoy en día, en muchos de nuestros países se le
considere genero menor..., “mientras aprendes a escribir algo serio y
trascendental”, los y las escritoras hemos idos tomando terreno y nuestras
historias, rimas y poemas andan, sin pedirnos permiso, circulando por el mundo.
Ahora los niños y las niñas, los jóvenes, tienen una mayor variedad y
oportunidades de elegir espejos donde reconocerse, ventanas a las cual
asomarse; herramientas para enfrentar fantasmas; fuentes para alimentar su
vocabulario, su horizonte: sueños. Hoy en día tenemos revistas literarias,
congresos, diplomados y encuentros, como este espacio maravilloso que con tanto
cariño y talento prepara nuestra amiga Emilia Gallardo y su equipo para que nos
encontremos los interesados en el tema; los locos, según algunos, que con
nuestro gran talento, en lugar de llenar nuestros arcones produciendo jingles
comerciales, exprimimos nuestras neuronas para descubrir los “cómos”
acercar a los niños y niñas al placer de la lectura, al disfrute del
conocimiento.
Si algo tenemos en
común las y los presentes con los ausentes, que algún día se asomaran a estas
memorias, es la certeza sobre la importancia de la lectura en nuestros
pequeños. Como decía José Martí “Cuando no se ha cuidado del corazón y la mente
en los años jóvenes, bien se puede temer que la ancianidad sea desolada y
triste”. Me pregunto qué diría el maestro de ver algunos materiales con el que
estamos alimentando a los cachorros de nuestra especie; a los que pasaremos la
estafeta de la civilización, en cuyas manos estaremos de ancianos... ¡gulp!
¡Brrr…!
Hoy en día, la meta
no es la obra maestra sino ser el best seller del momento. Pareciera que
el éxito de un libro, tiene que ver más con el aparato de mercadotecnia que con
su contenido. Algunos editores, bien podrían estar maquilando zapatos; diseñan
la envoltura, sin importar los interiores, a manera de libros objetos: producen
cosas bonitas, atractivas. Al no ser lectores, no comprenden que a los
pequeños les pueda interesar los garigoleos de las palabras, las ilustraciones,
la sorpresa de la trama… es por eso que aderezan los libros con juguetes para
llamar la atención y alcanzar su único objetivo: la venta. Conglomerados
internacionales que invierten sus excedentes en negocios productivos:
cosméticos, gimnasios, modas, libros... Todo en un mismo paquete, bajo una
misma regla: el éxito comercial.
Los autores estamos
inmersos en esta sociedad, no somos inmunes al canto de sus sirenas que nos
dice que lo que importa es lo inmediato: los laureles de gloria, aunque sea
efímera, y la cartera rebosante; y es así como aquellos, que no se tapan los
oídos, terminan naufragando su barco de sueños por espejitos y un puñado de
cuentas de colores, cambiando su herencia por un plato de lentejas. Es así que
hoy en día existen algunos autores maquileros de adrenalina. “Hay
que competir con los juegos de videos y los deportes extremos”. No confían o no
tienen el talento de un Poe para sugerir por lo que en sus historias abunda el catchup
y la violencia gratuita. Atentos al mercado, hoy son especialistas en “valores”,
mañana en dietas, y caen en la tentación de que alguno de sus libros alcance la
gloria anhelada, por lo que terminan escribiendo: “Descuartizado, por
casualidad, a la media noche”, o incluyendo en sus textos temas de pipi,
popo y pupu que bien sabemos, por nuestra tendencia rupestre, venden muy
bien. Ojo, no estoy en contra de los especialistas, ni con los que en su
proceso creativo se atreven a intentar distintas sendas; son los saltimbanquis
convenencieros que manosean y contaminan la literatura los que me causan este
desasosiego.
Les confieso que
como autora me siento absolutamente desconcertada. Tengo 101 libros publicados
en México, Colombia y los Estados Unidos. ¿Qué sigue? ¿Vale la pena seguir
editando libros? ¡Pobres árboles! ¿Para qué escribir? ¿Para ser famosa, para
ganar dinero, para vender libros? ¿Para acompañar…? ¿Para jugarse el todo por
el todo en esto de vivir el sino de vaciar el caudal sobre una hoja vacía?
Aunque no se publique, aunque no se venda, aunque no alcance a ser famosa.
Aunque… ¿Por dónde?
En la feria del
libro de Guadalajara, infinidad de bibliotecarias norteamericanas llegan con la
consigna de adquirir material en español para los niños y las niñas hispano
parlantes de su país. Muchas de ellas sólo hablan inglés. Invitadas, con gastos
pagados por la Fil., eligen los libros por sus portadas y tamaño. Dos cosas son
básicas: pasta dura y que sea novedad. Pero ¿cómo? les preguntaba: ¿cómo
quieres conocer mis novedades, si desconoces mis antigüedades? No son
hot cakes, tampoco "enchílame otra", como dirían en mi país. Por
ejemplo: me tomo años hilar los libros: “Paco, un niño latino en los Estados
Unidos” y “María, una niña latina en los Estados Unidos”. Durante mucho tiempo
estuve tejiendo los temas llenos de humor e información para fortalecer la
autoestima de los niños y niñas que son arrancados de su país, de su barrio, de
su idioma… trasladados a un país extraño, a una cultura diferente, en muchos
casos agresiva y discriminante para el que es distinto… pienso que es vital que
ellos sepan que están en su nuevo país con un enorme bagaje para compartir… y ahora
resulta que después de un par de años de estar circulando, sin el tiempo
suficiente para darse a conocer… ¿no son novedades?
“La vida es como
todas las cosas, que no se deben deshacerlas sino el que pueda volverlas a
hacer”. José Martí.
Quizás no debería
intentar deshacerla porque estoy segura de no ser capaz de volverla a hacer,
pero es que hace tiempo que perdí la inocencia y me duele ver que seguimos
inculcando en nuestros pequeños las historias que tanto dolor nos han
infligido. Desaciertos que se repiten y continúan llenando de miedo y tristeza
nuestros corazones; de falta de aceptación de nuestra realidad. Soy consciente
de que estas historias son parte de nuestro bagaje universal, que nos
conmovieron, que en su momento nos hicieron soñar. Lo que me impacta es ver a
señoras y señores en la ya dorada edad que se quedaron atorados y siguen
soñando con príncipes y princesas, con
sus vidas, amores y desamores y están enteradísimos de todos sus movimientos
gracias a mal llamadas revistas del corazón.
Ojo, estas reflexiones no son dogma de fe,
únicamente preguntas que me hago y les
comparto en mi calidad de Doctora en Cosquillas Verbales y Besos de Rana que se
encuentra haciendo una Maestría en la Pepena: pepena ideas, adivinanzas,
suspiros y sueños.
Comencé a escribir
cuentos para los pequeños, cuando “desperté” y caí en cuenta de algunos puntos
básicos de los cuentos tradicionales. Las mujeres, en su mayoría, son mansas y
mensas. Cuando jóvenes retrasadas mentales, con perdón de las personas con capacidades
diferentes, y cuando viejas, cuando alcanzan el conocimiento y la sabiduría,
las queman por brujas. Son tan grises que carecen de nombre. ¿O alguien sabe cómo
se llaman Cenicienta, Caperucita, Ricitos de oro? No es raro entonces, que las
mujeres terminemos siendo la mamá de Juanito, la hija de don Pedro, y la esposa
de don Juan. Es tal mi rechazo a esa aceptación tan tacita de ser la Sra. de
Pérez, así, sin un Elvira previo, que hace unos días, en una boda, le dije al
fotógrafo: por favor le pone: “Margarita Robleda Moguel, de ella misma”.
¿Por qué los
príncipes tienen que ser azules…? ¿Y si me gusta uno café, uno verde, tal vez
morado por lo enamorada que estoy? Con excepción de Blanca Nieves y su cabello
negro, las princesas vienen en paquete de belleza europea: caireles de oro,
piel de marfil, labios de rubí y ojos azules como lagos. ¿Dónde quedaron
nuestras pieles canelas y ojos de noche estrellada de nuestras latitudes
latinoamericanas? No somos de hueso largo, más bien las redondeces de nuestros
cuerpos propician unos abrazos sabrosos. Las… ¿heroínas? esperan ser salvadas
por su príncipe. Lo mamamos, no hay de otra. Aun hoy en día, esperamos que
alguien más allá de nosotras mismas,
solucione nuestros problemas, se responsabilice por nuestras acciones,
se comprometa con nuestra felicidad. ¿Por qué Cenicienta, a la que según parece
le gustaba tanto las labores domésticas, no se fue de sirvienta a la casa de a
lado, donde además de apreciar su trabajo seria remunerado? A los príncipes
tampoco les va bien. No pueden dudar, no se pueden equivocar, ¿llorar? ¡Ni de
casualidad! Quizás por eso tengamos que sufrir, ellos como nosotras, tanto
Rambo suelto. Qué agotador debe ser andar siempre con la armadura puesta; ser
aceptado únicamente por tu capacidad de vencer dragones. ¿Y qué hay con las
ternuras del corazón? ¿Se bajara algún día del caballo?
¿Y qué con eso de
que vivieron muy felices? ¿Será que le echaron ganas todos los días? Frase que
habría que añadirle a los finales para no crear expectativas vanas. ¿O lo
fueron, porque en realidad el príncipe andaba todo el tiempo coleccionando
hazañas para presumir a sus amigos y cuando venía al castillo, a saludar, todo
era novedad y fiesta? Me pregunto qué tanto de los que viven con el sueño de
ganarse la lotería, no están esperando a su hada madrina que venga a
solucionarle los problemas, a resolverles la vida.
¿Somos conscientes de nuestros contenidos?
¿Responsables? Hace algunos años, en un congreso de educación prenatal y
temprana en esta ciudad de la Habana, en mi ponencia: “Educando con canciones
cuentos, reflexionaba:
“De tín marín,
de do pingüe, cucara macara, títere fue. Yo no fui, fue Teté, pégale, pégale
que ella fue.”
¿Cuántas veces habremos jugado a este sorteo? Rimas
como esta, nos conectan automáticamente al inconsciente, por lo menos eso dicen
los expertos... y creo que tienen razón: es tal nuestra inconsciencia que ni
siquiera nos damos cuenta de lo que proponemos al seguir cantando, jugando y
educando de generación en generación: “Yo no fui fue Teté, pégale, pégale, que
ella fue”. O sea que además de soplón, provocador.
“Tortitas de manteca para mamá que está contenta,
tortitas y tortones para papá que da tostones”. Mamá está contenta ¿de qué?
Papá es solo un proveedor y pareciera que de eso depende su calidad de padre. A
mamá hay que pedirle cariño, atención, mimos; a papá tostones que traduciendo
para las nuevas generaciones, eran monedas de 50 centavos. ¿Qué tal si le
cambiamos a “tortitas de maíz, para papá que está feliz?” ¿Lograríamos algo
diferente?
¿Y qué me dicen de “A la rorro niño, a la rorro ya,
duérmase mi niño duérmase me ya, porque viene el coco y te comerá?”
Inconsciencia colectiva, inconciencia popular,
inconscientes nosotros y nosotras que desde la cuna llenamos de miedos a los
que según esto: amamos. Miedos que se convierten, se transforman, se diluyen y
se pierden en los laberintos de la memoria y se confunden en sus paredes y
redes y se juntan con estos de aquí y aquellos de allá, crecen y se multiplican y se traducen en fobias
y terrores que nos acompañan y manifiestan en violencias, sin ton ni son, porque no tenemos conciencia
clara de su origen ni razón. Nuestros niños y niñas están enfermos de miedo, de
ruido, de violencia y desesperación: de falta de esperanza. Hollywood, nos ha
contagiado del virus, se ha encargado de decirnos que no hay futuro, ¿o Uds.
han visto alguna película en la que se nos presenta algo más o menos atractivo?
Cuándo los adultos están juntos... ¿qué hacen? ¡Se quejan! Compiten por
alcanzar la presidencia vitalicia del “Sufridor más sufrido”. Olvidamos que los
niños y las niñas están atentos y escuchan: aprenden, se contaminan.
Tito tito capotito,
sube al cielo… ¡y pega un grito!
Hoy me
toco ser Tito Capotito, subirme al cielo y pegar un par de gritos de alarma. Y
es que parte del privilegio de los “marcianos”, según algunos, de todos
aquellos que nos dedicamos a escribir cuentos para niños y niñas, de los que
apostamos por la educación. Junto con pegado, tenemos la capacidad de ver más
allá de lo inmediato. Nuestros ojos son capaces de vislumbrar las posibilidades
y los grilletes, las cumbres y los abismos. Alumnos todos de Julio Verne, de
José Martí, tenemos la habilidad de ver el futuro, y cual profetas: predecir.
¡Adelantarnos a los tiempos! Mientras más limpio sea nuestro espejo, más nítida
será la imagen del que se mire en él; más proyección de sí mismo podrá
vislumbrar. Ante la realidad mundial que pareciera atropellarnos, nos toca
responder con las “armas” con las que hemos sido dotados: inteligencia,
creatividad, talento, arrojo, ¡compromiso! Hoy Cuba nos reúne a reflexionar y
proponer. La presencia de compañeros y compañeras de tantos países me dice que
son parte de la búsqueda y propuesta de su entorno. En España, María Milagros
Montoya da a luz a la editorial Sabina para ofrecerle a las y los alumnos de
secundaria lecturas significativas. En México, un grupo de locos y locas,
físicos, matemáticos, educadores, narradores orales y escritores, respondimos a
la invitación de una loca mayor, Nora Gómez y yo, somos parte de la Asociación
Civil, Efecto Creativo que está iniciando el trabajo con los y las maestras de
preescolar y educación primaria para rescatar, proponer, reafirmar, fortalecer
la curiosidad, el placer del conocimiento y la lectura; para pasar la estafeta,
al que la quiera recibir, del sueño de un mundo mejor, más divertido y humano,
más justo y alegre. Como bien dice nuestro amigo el físico Roberto Saavedra,
seamos hombres y mujeres del renacimiento. Reflexiono: ¿Será que la modernidad
ya dio todo lo que tenía que dar? La crisis, se encuentra en todos los rincones
del planeta, en todos los ámbitos: educativos, sociales, económicos,
ambientales, éticos, culturales, etc. Podemos ver la crisis como derrota,
también como reto: quizás como el
momento ideal para romper paradigmas y reinventar el camino: para renacer.
La
presencia de todos Uds. me llena de esperanza. No estamos solos. Como dice la
canción del poema de Benedetti: “En la calle codo a codo somos muchos mas que
dos”. Gracias Emilia por reunirnos a reafirmar y alimentar nuestra alegría, a
estrechar lazos fraternales y solidarios con los nuestros; estoy convencida, de
que los locos se juntan con los de su especie... y en eso: ¡cada quien! En este
banquete de ideas, algo se nos tendrá que ocurrir para llegar a la próxima
etapa; porque en este rally que es la vida, que yo sepa, nadie tiene el
itinerario completo. Quizás descubramos que no necesitamos una editorial que nos
publique, que el Internet nos ofrece espacios por inventar, para construir; o
que si nos publican, podamos diseñar maneras de difusión diferentes a las luces
de neón, la estridencia, y las “novedades” de un día; alianzas solidarias que
diluyan las fronteras y nos enriquezcan a todos.
Lo
importante es que ¡la literatura gane! Que el contenido sea superior al envase,
que el objetivo no sea parecer sino ser. Tontos no somos, hemos llegado hasta
aquí y, si bien nosotros le damos a la literatura… en retorno: los cuentos para
los niños y las niñas, para los jóvenes, son el mejor antídoto contra la vejez
y la muerte: nos mantienen juveniles, curiosos, atrevidos… ¡Vivos! Que el ingenio que explayamos en cada
historia, nos permita vencer los retos y alimente nuestra alegría. No estamos
solos, entre todos, ¡algo tendremos que inventar!
Y
bueno, como autora y cuenta cuentos no puedo concluir sin compartir con Uds.,
mis hermanos y hermanas de vocación, una rebanada de mi pastel.
INQUIETUDES DE UNA
RAYA,
Una
raya rayada, cansada de sentirse raya soñaba con ser círculo. Se sabía tan
recta, tan plana, tan sin chiste... que salió de su espacio en busca de respuestas. Por el camino descubrió a un
ángulo.
-Hola
-saludo la raya- ¿quién eres?
-Me
llamo ángulo, me parece que somos algo así como parientes. ¿A donde vas?
-Quisiera
aprender a ser círculo. ¿Podrías enseñarme tú?
-Me
temo que no se nada de eso, pero si quieres, te puedo enseñar a ser ángulo.
-¿Ángulo?
-Lo
único que tienes que hacer es doblarte a la mitad... ¡Así! Si tienes 90 grados, te llamarán ángulo
Recto, si tienes menos serás Agudo y si tienes más grados que estos, tu nombre será Obtuso. ¿Ves que divertido?
-La
raya sin pestañear siquiera, seguía todas las indicaciones.
Al cabo
de un tiempo de ser Recta, Aguda y Obtusa, decidió que no era suficiente. Ella
quería ser círculo, y eso es lo que iba a ser, por lo tanto decidió seguir su
camino. El Ángulo le deseó buena suerte
y le recomendó visitar al primo triángulo, tal vez él sabría.
A éste
se lo encontró encantado de la vida tocando en una orquesta.
-El
ángulo me dijo que vendrías. La verdad es que yo no se nada de círculos, pero
si quieres te puedo enseñar a ser triángulo.
-¿Qué
tengo que hacer?
-En vez
de doblarte en dos, ahora deberás hacerlo en tres partes. Si tus lados son
iguales que tu base te llamarán Equilátero...
La raya
sudaba grados para seguir las indicaciones de su maestro.
-Puedes
ser Isósceles, Trapecio... Anda, se vale probar lo distinto. No temas
equivocarte, lo único que descubrirás con eso, es que no era por ahí.
Busca, poco a poco irás afinando tu
propia voz.
Al cabo
de un tiempo, la raya comprendió que a pesar de lo interesante que resultaba
ser triángulo... no era del todo suficiente.
-El
triángulo comprendió su desasosiego y le sugirió visitar al cuadrado... tal vez
él sabría.
El
cuadrado resultó muy serio, muy cuadrado, muy formal, muy licenciado.
-El
triángulo me dijo que vendrías, que quieres ser círculo; no sé... has probado
tantas cosas que ahora tu cuerpo y tu mente son más ágiles y flexibles... tal
vez si tu cabeza toca a tus pies... pero qué digo. ¡Coff, coff! –tosió. ¡La
ciencia es algo serio!
-Si mi
cabeza toca a mis pies...
La raya
se fue dejando atrás al cuadrado con su
confusión.
De
pronto se topó con una naranja, fue tan de repente que enmudeció por la
emoción.
-Hola
-saludó la naranja.
La raya
la miraba totalmente extasiada. Si tu
cabeza toca a tus pies parecía escuchar a los lejos.
-¿Sucede
algo? -preguntó la naranja preocupada.
-¡Eres
tan hermosa! -logró balbucear.
-Gracias
-respondió la naranja con un airecito de flor de azahar- ¿puedo hacer algo por
ti?
-Me da
mucha pena...
-Anda…
pide lo que quieras.
-¿Te
puedo abrazar? -preguntó la raya zigzagueando por la emoción.
-¿Abrazarme?
-respondió la naranja con las mejillas anaranjadas de rubor.
-¡Si!
-exclamó la raya. Con tu abrazo podré ser lo que siempre he soñado… ¡Círculo!
Sin ti, soy una raya sin gracia ni
chiste.
-Vaya
-dijo la naranja- me alegra mucho poderte ser útil.
La
naranja se quedó quietecita mientras la raya comenzó a alargarse, alargarse,
alargarse... tanto, que logró abrazar a la naranja. “Si tu cabeza toca a tus
pies... –rezaba- ¡pondrás el mundo al revés!”.
Al fin
lo había conseguido. Se despidió de su amiga dando maromas de puro gusto; ésta
soltó de emoción una lagrima de jugo de naranja.
Cómo
círculo conoció la redondez del mundo, el espacio sin límites y la libertad.
Fue entonces, cuando comprendió todo.
-Yo que
me creía tan pobre, tan plana, tan llena de miedos, tan sin chiste... he descubierto que hay en
mi todas las posibilidades del universo. Si quiero puedo ser un triángulo y
participar en una orquesta; incluso puedo ser un garabato… ¡se vale equivocarse!
o tan largo como una carretera... entre todas las formas y bellezas, he
descubierto que soy la más divertida e interesante porque puedo ser… ¡lo que yo
quiera!