ENFERMOS DE FALTA DE ESPERANZA
Margarita Robleda Moguel
La Primera Columna del pasado 11 de febrero me “partió el alma”, dirían en mi pueblo. Una cosa es sufrir con las noticias de todos aquellos que viven en condiciones que no tendrían que padecer, si realmente nos guiáramos por los Derechos Internacionales de los Niños y la Niñas, y otra, leer que situaciones, como las que narra el articulo, están sucediendo en casa: el sur y el norte se unen, no existen diferencias.
¿Qué nos están diciendo estos jóvenes? Igual que me pregunto cuando veo una pared de graffiti ¿cuál es el mensaje del que lo escribió? ¿Qué quiere decirme? Quizás… ¡Me siento solo! ¿Alguien sabe por dónde? ¡Me esta llevando la chipiriflais! Así, frente los hechos, sólo me queda pensar que esos jóvenes están lanzando un grito desgarrador que nosotros, los adultos, los que se supone sabemos, debemos descifrar.
Lo primero que viene a mi mente es que a estos muchachos, “les vale”. No importa si los ven a plena luz del día encima de un capirote, si los reconocen, que se enteren sus papás. ¿Cuál es el grado de dolor al que llega una persona para decidir?: me vale lo que piensen, lo que digan, me vale todo. Mi comunidad, mi familia: yo. ¿Es acaso una nota previa a la del suicidio?
Lo que veo es una absoluta falta de esperanza. Vivimos en una sociedad que nos ha impuesto metas inalcanzables para la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta. Por doquier nos atropellan con que hay que ser rico, exitoso y flaco. No existen alternativas. Para ser rico no importa destruir el Medio ambiente y abusar de los semejantes; para ser flaco, nuestras niñas y niños mueren de anorexia o en manos de mercachifles que ofrecen menús de cierres y de quita y pon; Para el éxito, la meta es alcanzar “aunque sean” cinco minutos de fama y si no lo puedo lograr por mis meritos, porque “¡Ay que flojera esforzarme por algo!”, por lo menos los alcanzo en un reality show a la vista de todos, y en una de esas hasta me premian y hacen reina del carnaval.
Nuestros jóvenes están enfermos de falta de esperanza. ¿Para qué estudiar si van a heredar? O de todas maneras, lo que ganen no les va a alcanzar. A unos los veo deambular por los centros comerciales acumulando enojo de ver todo lo no pueden comprar; a otros, hartos porque lo comprado no llena el agujero del alma. Unos coleccionando celulares, otros haciendo trácala y media para tener el de más botoncitos; y claro, que sirva de algo, que me saque del anonimato aunque sea mostrando mis rincones secretos! ¡Dejar huella patente de mi paso por este mundo!
¡Cuánto dolor! Quieren vivir la vida lo más rápido posible porque no existe un mañana. Y es que nosotros los adultos no hemos sabido compartirles la esperanza de un futuro más justo, más alegre y feliz. Desde niños han escuchado que el mundo es una porquería. Nuestra vocación a la queja constante, como si compitiéramos por la Presidencia Vitalicia del Sufridor más Sufrido, enferma a nuestros pequeños. Ellos sólo escuchan: “Qué calor”, “Qué frió”, “Tengo hambre”, “¡Me llene…!” Ni por casualidad: ¡Qué lindo día! ¡Qué rico comí! ¡Qué listo eres! Que buen niño… ¡Ahí vas!
Las palabras son el arma más poderosa con la que contamos. Y cada vez que le decimos a nuestros hijos: ¡eres terrible! lo programamos para serlo. ¡Y bueno, aunque no existen recetas… ¿qué tal si en lugar de buscar culpables remendamos la esperanza y comenzamos por algo? 1.- Autoridades y candidatos: urgen espacios deportivos y culturales. Las pandillas se juntan por el gusto de hacerlo, démosles algo que hacer: “el ocio es la madre de todos los vicios” sigue estando vigente. Más presupuesto a educación y cultura dentro y fuera de las escuelas: libros, teatro, danza, música, deportes, ajedrez… satisfactores que redundaran en menos notas de despedida, pistolas antimotines y segundos pisos en las cárceles, que si no hacemos algo, pronto habrán en cada esquina.
2.- Noche familiar: Apagar la televisión encender a la familia: una vez al mes, a la semana. Hoy toca noche de cuentos, de canciones, de bailar ¡rock and roll! ¡De platicar! En lugar de quejarnos… hagamos aeróbics mentales por encontrar las ventajas que en todo existen… el que busca encuentra. No todo está perdido. Siempre hemos vivido en crisis y salimos adelante, ¿no vamos a poder hacerlo ahora? ¡Me canso! dirían en mi pueblo y tienen razón.
3.- Sociedad: Constructores: tomen en cuanta espacios recreativos, más árboles, más verdes; Medios: Reconozcan más el esfuerzo de las personas para lograr sus metas, la participación en beneficio de la comunidad. Empresarios: Visión social, global y a largo plazo: ahorrar en empleados se traduce en menos consumidores, en conflictos sociales. Comerciantes: mayor sensibilidad y compromiso en el uso de la mercadotecnia. Honestidad en las bondades del producto seria muy apreciada. Sociedad: cada quien desde su espacio, promueva la justicia, el respeto y la solidaridad. Que nuestros hijos nos vean participando por la comunidad, construyendo un mañana. Todos: Paremos las orejas, descifremos los mensajes: ¡Aun estamos a tiempo!
margarita_robleda@yahoo.com Santa Gertrudis Copó, Yucatán.
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