martes, 20 de marzo de 2007

MI CREDO HOY (poesía)

MARGARITA ROBLEDA... 20 AÑOS DESPUES
en la Universidad de Yucatán el 13 de Octubre de 1998.

20 años antes, había tenido un programa de televisión con mucho éxito en mi natal Mérida Yucatán. Después de un encuentro con un niño que me dijo que tomaba el refresco porque salía en el programa, me di cuenta de que sí me importaban los niños y las niñas tendría que importarme de qué se alimentaba su cerebro, su estomago, sus sentimientos. Al siguiente domingo les enseñe a sembrar sandia y se dio por terminada la temporada. Ese día inicie mi carrera, que continuo hasta el hoy, de "Cantante esquinera y parquera por elección".
“Al cabo de los años, tuve oportunidad de platicar con el rector Luís Pasos de la universidad de Yucatán: "No soy universitaria, -le dije, -pero soy universal y la universidad, es la custodia de la cultura yucateca, y yo soy una yucateca haciendo cultura". El rector sonriendo pregunto: “¿Que quieres mi reina?”. "Un espacio para reencontrarme con los niños y niñas a los que les canté hace 20 años. Ellos no saben por qué me fui".
Mucho más allá de los 20 años, en este poema regreso a mi tierra y me planto en ella. Mi madre falleció un par de días después. Fue como si al verme, al escucharme se dijo: “Ya me puedo ir en paz: ¡Este arroz, ya se coció!


MI CREDO, HOY

Creo, como dice Ángeles Mastreta,
en la sopa de medio día,
así como en la risa de los niños,
la curiosidad de las ranas
y en la dignidad y respeto
que merecen los mayores.

Creo en las olas,
y que a pesar de la prisa
que tienen por irse,
siempre, siempre regresan
y lo que importa
es lo que queda
en el fondo del sedal
después de la diversidad,
la abundancia y las carencias;
después de sobrevivir
el gozo,
las preguntas y las tormentas.

Creo y me fortalezco
en la amistad;
en el apoyo de mi madre
y en el de mis hermanos
que sin saber bien a bien
hacía dónde se dirigía
este torbellino,
estuvieron conmigo.
Creo en las rutas de navegación
de aquellos corsarios
que me impulsan y llevo en las venas,
al igual que el misterio de la medición,
precisa, matemática,
que los abuelos mayas
hicieron de las estrellas.

Creo que se vale preguntarse...
que se vale equivocarse...
que se vale atreverse:
a ser una, dos,
y mil veces cien;
múltiple y parte;
nota afinada y discordante;
única, igual y distinta
de la inmensa sinfonía universal.

Creo en la misericordia,
en el beneficio de la duda.
y en la paciencia;
creo, contra viento y marea,
con una terquedad absoluta
y a toda prueba,
en la esperanza
de que la luz siempre vence
a las tinieblas.

Creo en el amor
como fuente de alegría,
compromiso, impulso y sentido.
Creo en la eficacia terapéutica
de una sonrisa, de una caricia,
mucho más allá
de la disciplina autoritaria,
castrense e impositiva
del “porque lo digo yo”;
del miedo que somete y paraliza.

Creo firmemente que si no me rebelo
me quedo en negativo;
y que si no lo hago
por temor a equivocarme
pierdes tu, pierdo yo,
todos perdemos:
perdemos la ruta, perdemos el tino.

Creo que los besos son para repartirse hoy
aunque no sea Navidad, tu cumpleaños
o el 14 de febrero;
que si no los doy,
se me pudren por dentro;
se transforman en quejas,
en gritos y manipuleos
y terminan esculpidos en piedra
en el libro de los rencores,
donde tarde o temprano
se pasan las facturas:
de la sumisión a fuerzas,
del doloroso silencio,
de todo aquel placer
sin razón, insatisfecho.

Creo que los abrazos tejen una cadena
que nos recuerda
que muy independientemente
de los títulos universitarios,
de las cuentas bancarias,
los rolex por kilo,
la edad o los puntos cardinales
donde se ubica nuestra casa...
somos simple y llanamente:
seres humanos,
que buscamos amar,
que aspiramos a ser amados.

Creo que el terror al ridículo nos maniata
y que el miedo al “qué dirán”
nos succiona la vida:
año con año,
minuto a minuto,
día con día.

Creo en la soberanía de México,
en la riqueza de nuestra herencia;
y aunque a veces pareciera
que nos estamos entregando
por un puñado de deudas,
por unas monedas de plata
y una certificación extraña...
aun hay gente sabia en nuestros pueblos,
que no se ha contaminado
con el plástico,
la prisa y lo que dicta la moda.
Como la que hace que nuestras hijas
se disfracen de barbies;
extraña paradoja
incompresible para esta simple rana.
Ya que estas niñas
a pesar de tener todo...
no tienen nada;
mueren de hambre
por darle gusto a...
¿alguien lo sabe?

Creo en la vida y en sus consecuencias;
que el asumirla me quita el tapete,
no me deja asidero,
ni mayor seguridad
que saber que el estar en camino:
preguntándome
atreviéndome
acompañando
impulsando
cuestionando
denunciando
acariciando
compartiendo;
levantándome una y otra vez...
me va haciendo digna
de llamarme hija, ciudadana,
de llamarme amiga,
amor, tía, mujer,
de llamarme hermana.

Creo y alimenta mi esperanza la convicción
de que después de la noche más larga,
siempre, siempre llega,
para ser estrenado,
un nuevo día;
y que al final
del crudo invierno,
en la primavera,
florecen, a pesar de los malos augurios,
las margaritas.

Quiero como Ángeles Mastreta
decir esta noche en mi casa, en mi tierra,
entre los míos,
creo en la sopa de lima del medio día,
como también creo
que las bendiciones que mis mayores
recibieron de Zamná,
bullen en mis venas y me hacen cosquillas,
se rebelan como ayer y siempre
contra tanta injusticia;
que Ixchel me alimenta de su abundancia
y me regresa a la tierra;
que incluso, hay algo de la Ixtabay
que percibo aletear bajo mi piel
cada vez que detengo mi camino bajo una ceiba.

Creo en mi herencia de yucateca sibarita:
fruto de la lujuria que se conjuga
en el sabor del achiote con la naranja agria,
en el de la almendra con la pepita,
en la berenjena y el aceite de oliva.
¡Maravilloso metizaje
del entretejido de nuestra mezcla de culturas!

Creo en los merengues del Colón,
y que no hay mejor patas en el mundo
que las de la Mayuquita;
que la cochinita es la de Santa Ana,
los panuchos de la Lomita
y para longaniza,
la de Valladolid.
Que los ciricotes,
que son una delicia,
muy pronto serán parte del recuerdo;
hemos permitido la invasión de frutas exóticas
como los kiwis de Nueva Zelanda
en lugar de exportar nuestros zapotes,
zaramullos y guanábanas.
Creo que la veleta
que tengo en mi solar cercado con su albarrada
lograra vencer la sequía de la identidad semi perdida,
y hará florecer al flamboyán
la huaya, el caimito y la pitahaya.

Creo que vivimos en un siglo maravilloso
donde puedo yo, como mujer,
tener o no, a un hombre a mi lado,
porque el respeto y el pan
me lo gano con mi verso,
me lo gano con mi trabajo diario,
me lo gano, nota a nota con mi canto.
Tiempos de privilegio
donde el ser humano
tiene la posibilidad, la capacidad
y la libertad
de construir su destino;
y el que se queja
es aquel
que se queda la vera del camino
viendo como pasa la vida,
lamentando su mala suerte,
envidiando como crece y reverdece
el pasto del vecino.

Es por eso que yo
elijo tener las ventajas
de los dos siglos:
pollo de patio.
pan hecho en casa,
tiempo para platicar con los amigos
y estar comunicada con el mundo
a través de los satélites,
hoy por hoy, vía Internet;
el mañana, traerá su propio vehículo...

Creo que el hombre
terminará por reconocerse como tal
y no como la bestia
insaciable e insatisfecha
que por acumular dígitos
en un cuanta bancaria electrónica,
que nunca podrá tocar...
está arrasando inmisericordemente
con los de su especie,
con el planeta;
y que al final de cuentas,
no tendrá suficientes sacos de papeles
que puedan comprarle un vaso de agua simple,
que puedan curar su cáncer de la piel.

Creo en Dios.
Siempre presente,
siempre amoroso,
atento y respetuoso.
Creo que el paquete es uno solo:
me llenó de preguntas
y me dio la inteligencia
y el libre albedrío
para responderlas,
así como la responsabilidad
para asumir las consecuencias.

Creo y aplaudo
el trabajo de antropología social
que han realizado incansablemente,
Cholo y Wilberth Herrera;
creo en el talento y en el amor
que nos han regalado
Judith Pérez Romero y sus muchachas
durante tantos años;
en Angélica Ballado, Jorge Boenfil
don Pastor Cervera,
y en el trovador desconocido que,
a pesar de estar fuera de moda
las palabras amorosas
y a sabiendas de que lo que se vende
son los tamborazos,
sigue abrazando a su guitarra
con la ternura infinita
con que le pone música a las caricias
que le dice al oído a su amada.
Creo en Mary Carmen Pérez
y me congratulo por su éxito en España;
en el maestro de la guitarra que es Jorge Cuevas.
En la sabiduría de Don José Díaz Bolio
y en la de Fernando Espejo.
En la terquedad y generosidad contra todo viento,
de Conchi León, Silvia Kater,
Roberto Macsuiwney, Olga Moguel
y Nonoya Iturralde.
Reconozco la herencia de Guty, de Palmerín,
Medíz Bolio y Abreu Gómez.
Creo en el talento caricaturista de Tony
y en los fotógrafos de abril;
creo en nuestros excelentes coreógrafos y pintores.
Creo que hay más arte que espacios,
porque somos un pueblo rico y talentoso
y que a la hora de planear los presupuestos,
los responsables olvidan
que sin el aire renovador,
corremos el riesgo de morir de tristeza,
de morir asfixiados,
de dejarnos contagiar
por el cáncer de la rutina,
la miseria espiritual: el hastío.

Creo que el humor de la señora Xcau,
Doña Beatriz Castilla Ramos,
nos recupera de la ceguera que nos producen
las luces de neón
de este neoliberalismo galopante,
que no nos ha dado gran cosa
y sí nos ha quitado mucho
del conocimiento
y apreciación de nosotros mismos,
propiciando nuevas generaciones
que solo quieren pizzas y hamburguesas;
aspirantes todos ellos
a ser ciudadanos de segunda
de "mayaaami" y anexas.

Creo que el Poeta del Crucero
aun vive entre nosotros
contagiándonos de su falta de cordura;
y su rima...
porque si de rimar se trata: rima,
rompe las cuerdas de los cuerdos
que nos maniatan,
nos duelen, nos lastiman.

Quiero esta noche
poder decir
como Ángeles Mastreta:
creo en la sopa de medio día,
en la toronja de la mañana,
y por la noche
en el sueño reparador;
descansar agradecida
de saberme en proceso,
de reconocerme hoy por hoy,
en búsqueda, participando,
en camino, amada...
¡Viva!

1 comentario:

rapsoda01 dijo...

HAGO MIO SU CREDO,
Y AL SER MIO ES NUESTRO,
ENTONCES ES DE TODOS,
DE LA HUMANIDAD COMPLETA,
QUE DA TUMBOS BUSCANDO HACIA DONDE APUNTA LA VELETA,
CAMBIANDO DE RUMBO A CADA INSTANTE CON LA MODA,
CUANDO BEBIENDO SU CREDO,
SACIARIAMOS LA SED DE DESCUBRIRNOS Y SER,
Y POR MAGICO SOPOR O EXTREMA CORDURA,
INFILTRARNOS EN EL JARDIN,
EL SOLO ASI, ENCONTRADO.